INCAPAZ DE SU PROPIA ANGUSTIA

Instalación artística a partir de la Escena 23 de Hamlet, de W. Shakespiere y el sueño de Stalker de A.Tarkovsky. | Creación de Sebastian Pasquel y Cristian Espinoza | Curaduría: Sebastian Jais y Martina Amiras | Agradecimiento a Pina Vignola y Juan Cameroni

NOTAS DE DESARROLLO

Hemos colocado una mesa con una película de agua en su superficie dentro de una habitación de 3x3x3m dentro del sector Matienschön del Centro Cultural Matienzo.
La mesa-espejo de agua es un soporte diseñado para dar lugar a emergentes que se iban acumulando en ella: fragmentos de espejos, fotografías, diapositivas, instrumentos quirurgicos, plantas acuáticas, un objeto cónico de moho (que parece haber crecido desde el agua), etc
La mesa se apoya sobre caballetes y es ‘encuadrada’ por dos brazos mecánicos que son lámparas de escritorio y que mientras iluminan la escena, también parecen impedior que esta se desborde.

Los elementos que se acumulan en esta mesa tienen cierta transparencia y se superponían como capas delgadas construyendo una veladura. Teníamos dos imágenes latentes: primero, pinturas prerafaelitas de la muerte de Ofelia. Segundo, el paneo correspondiente al sueño del Stalker de Tarkovsky.
El agua en ambos mundos se presenta como una superficie cristalina que deja ver lo sumergido, y deja ver a la vez que deforma.

NOTAS DE CONCEPTO

Perseguimos un territorio material a la vez que psíquico, una mesa de mediumnidad. Un territorio que en el caso de Sebastian era rondada por Thanatos, lo que es recurrente en su obra. Quizás su Ofelia es un espectro familiar, pero sospecho que es la imagen de sí mismo entregando su cansancio al disolvente universal; citando a la Gertrudis del Hamlet: «Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento.»

En esta acumulación apareció un nuevo camino como posibilidad, este era estrictamente sensitivo, los materiales con sus respectivos temperamentos hablaban desde sí y pujaban por aparecer.
Los vegetales acuáticos, las sondas y objetos clínicos junto con la forma del perímetro de la mesa daban cuenta de una organización como la de un cuerpo, intensidad de un cuerpo cuando hace aparición justo antes de ser figurado.

La estructura en el perímetro fue una inspiración de la topografía quebrada del cementerio en Barcelona de Enric Miralles, en la planta de dicho cementerio el suelo parece no poder fijarse, como si se movieses a la manera de un retorcimiento telúrico. Los muertos no terminan de acomodarse.
Las lámparas son estructura para contener toda deformación, poliedro de contención de los diversos movimientos carnales a la manera baconiana.

El montículo de un lado y la boca de burbujas por el otro no son más que movimientos que surgen de este espesor creciendo desde lo subterráneo, lo que explica que la vida de ese cuerpo surge de abajo, del inframundo termal con sus orificios y su falo.

Durante la muestra, la gente la rodeaba como el velatorio de un difunto, y se colocaban en los bordes de la sala a conversar con forma de murmullo.
Alguien nos recordó una pintura de Domingo Florio donde sucedía algo así, un grupo de amigos en torno a una mesa, y de pronto esta era carne postrada y todo el conjunto rondaba la idea de despedir un cuerpo.