PAISAJISMO ELECTROMAGNÉTICO: CONURBACIÓN BAJO ACONCAGÜA
Durante el mes de Noviembre de 2018 se realizaron cuatro expediciones a puntos arquetípicos de los corredores biológicos y electromagnéticos en la conurbación del bajo Aconcagua. Ambos corredores en colisión son las dos caras de la configuración de la macroregión central de Chile que se desarrolla pujante como máquina global, y a la vez, en una profunda crisis ecológica producto de sistemáticos ecocidios por incendios provocados, zonas de sacrificio medioambiental y estrangulamiento de los habitat de flora y fauna por infraestructuras de distribución de mercancías | Entre Mayo y Julio del año 2019 se llevó a cabo una exposición artística sobre los resultados en el Parque Cultural de Valparaíso | Paisajismo Electromagnético es una sociedad de investigación artística de Elisa Balmaceda y Cristian Espinoza pesquisando la infraestructura y la superestructura electromagnética en la mega-periferia de la globalización y su colisión con lo viviente | El caso de la Conurbación Bajo Aconcagüa fue realizada con fondos de Fondart Nacional 2018 | Participaron Pedro Donoso, Salvador Donghi, Sandra Wayra Ríos, Julia Muñoz, Valentina Montero, Raul 'Ratón' Salazar, Kolli Sanhueza, Julia Castagno, Elena Téliz
Corredor Electromagnético y Corredor Biológico de la macro-región metropolitana de Chile




EXPEDICIONES POR LOS CORREDORES - NOVIEMBRE 2018
18.10.2018 – Termoeléctrica Paralizada en Laguna Verde
Nuestra primera visita fue a una Termoeléctrica en suspensión.
Luego de contaminar irrreversiblemente con carbón el ecosistema marino y las playas de la bahía dejó de aportar energía a la red en los noventas del s.XX gracias a las primeras luchas ecológicas de los activistas y vecinos que se animaron a levantarse después de la dictadura.
Este nodo paralizado es un hito en la historia de las luchas ambientales y los esfuerzos colectivos. Hubo dos organizaciones involucradas en la marchas y campañas: la Fundación Chile Sustentable y el grupo local Comité de Defensa de Laguna Verde.
Los acontecimientos de la paralización de esta Termoeléctrica robustecieron la primera generación política de la post dictadura en la instalación de la agenda verde.
Comenzamos observando una ruina.
24.10.2018 – Reserva de la Biosfera La Campana
Hoy el territorio es una secuencia de concavidades y convexidades donde opera un sistema de callejones. La Vaguada costera, esa bruma permanente, asciende desde el océano por estos cajones.
La vaguada al fin choca contra un murallón y, en el punto de impacto, gotea sin pausa alguna desde hace quince millones de años. Esa es la zona de núcleo, el hotspot, donde el aporte hídrico permanente genera una sopa biológica que conformará nuestro rasgo evolutivo.
Una reserva de la biósfera es patrimonio genético del mundo. Si acaso un evento grave destruyera la vida en la tierra (una catástrofe nuclear o algo por el estilo), estos lugares desde su zona núcleo serían los centros donde se volvería a regenerar todo de nuevo. Albergan muchas ecuaciones ecosistémicas y una confluencia de especies animales y vegetales insuperables: las reservas de la biosfera son los axis mundis de la vida.
Durante ese período, nuestro guía, Salvador Donghi hacía los esfuerzos por detener la Termoeléctrica a gas ‘los rulos’ en las puertas de La Campana. El proyecto fue rechazado definitivamente el 2022.
26 y 31.10.2018 – Zona de Sacrificio, Parque industrial Ventana -Puchuncaví
Quintero-Puchuncaví es un complejo alrededor de cuatro termoeléctricas a carbón plantas productoras de cemento, de asfalto, regasificación, materiales plásticos, fundiciones, refinerías, químicos y resinas.
En un siguiente anillo, alrededor de este complejo de tubos metálicos, vapores y humos tóxicos, conviven y dotan de mano de obra dos poblados que pre existían a esta megaestructura y que ahora están reconvertidos en una perversa relación simbiótica, ya que eran pueblos de agricultores y pescadores artesanales (el lugar es una bahía) cuya tierra y lecho marino han sido completamente destruidos por la acción ecocida en forma irreversible desde el complejo energético-industrial.
El caso de Quintero-Puchuncaví, como de otros 89 asentamientos del extrarradio, son órganos esenciales del ‘centro’ que requiere alimentación permanente sin ningún tipo de plan de explotación más que la depredación exponencial ya que el esquema esencial de la supervivencia de la urbe máquina es el crecimiento permanente a todo costo.
La sobreexplotación irracional continua forma parte esencial de la configuración de esta entropía.
Cada elemento deberá ser una superficie de inscripción de producción y consumo, desde elementos materiales hasta productos semióticos y hábitos culturales.
((((( Escuchar con audífonos o monitores )))))
28.10.2018 – Entrada de la Vaguada por la Quebrada de la Serpiente
Cuatro días después de la visita a la zona núcleo de la reserva de la Biosfera La Campana, fuimos al punto de entrada de la Vaguada, el Input-Output del corredor biológico llamado La Campana-Peñuelas.
El punto de acceso principal es una quebrada pronunciada con saltos de agua y una potente entrada de densa bruma directa desde el océano llamada La quebrada de la Serpiente.
Desde esta pronunciada quebrada, como un tajo en una pared inmensa ascendiendo por la concavidad, comienza a modo de terrazas un sistema de reservorios de agua del feedback hídrico del corredor en que la primera es la laguna humedal Piuke-ko, y luego, de entre numerosos otros estanques, humedales y lagunas ascendentes, aparece al centro de la concavidad el lago Peñuelas como zona núcleo.
EXPOSICION PARQUE CULTURAL DE VALPARAÍSO - MAYO A JULIO 2019
macro-región metropolitana de Chile DE CARTÓN
18.5.2017 – Parque Cultural de Valparaíso
‘La disposición de maquetas de cartón hechas en bandejas para huevos remite a una serie de paisajes en miniatura que reproducen las distintas cotas topográficas de un lugar y sus conexiones electrificadas. Esas bandejas son, en la vida diaria, un material ya reutilizado que se ha vuelto inerte: ni siquiera son aceptadas para su reciclaje. De igual forma, el símil se extiende para las capas de tierra que la industria contaminante del sector parece tornar en un material desnaturalizado, yermo. Tierra muerta.’ Pedro Donoso






























PARASITISMO A ESCALA REGIONAL
El Corredor Electromagnético es un tejido enmarañado que se acopla, pinza y muchas veces succiona momentos clave del Corredor Biológico. La desertificación de la macro-región se explica por la propagación de este gran parásito que rompe brutalmente el equilibrio homeostático del gran viviente.


ENSAMBLAJE #1 Y #2
18.5.2019 – Parque Cultural de Valparaíso
Carbón, aceite quemado, bandejas plásticas, tubo fluorescente, cemento, barras roscadas de fierro, tuercas, golillas, electricidad, circuito TDA, micrófono electromagnético, parlante, listones de madera, cables eléctricos, cinta reflectante.
“Al entrar a la sala, predomina la oscuridad. La ambientación juega con el recuerdo de las grandes refinerías que brillan en la noche con sus tubos y llamaradas tóxicas. Ciudades góticas y estructuras para mantener encendidos los grandes anuncios de neón en las carreteras interestelares. La forma que toma la distribución energética recorre un sinnúmero de estructuras repartidas entre campos sembrados, montañas y aldeas. Todo el aspecto bucólico del paisaje se transforma ahora en una parrilla electrificada donde se siente el pulso de un sistema de consumo energético inagotable. Lo recuerdan aquí en la exposición todos los materiales presentes: el carbón, el hollín que se reparte entre una serie de ensamblajes donde el agua, la luz de neón, el plástico y el carbón son organizados como restos primigenios de nuestra era antropocénica. O como traducción directa de los costos involucrados en la forma de vida que asumimos los millones y millones de usuarios que dependemos del servicio interconectado. Vivimos el desastre gozoso en la persistencia de esos materiales que explotamos para progresar y que amenazan de muerte a numerosas especies, como preámbulo de nuestra propia derrota. Cerramos los ojos en la sala y el zumbido eléctrico de los tubos nos recuerdan el paso de la luz eléctrica.” Pedro Donoso
ELISA BALMACEDA Y CRISTIÁN ESPINOZA. LA INVISIBILIDAD DEL MAL
ARTÍCULO DE PEDRO DONOSO PUBLICADO EN REVISTA ARTISHOCK

Ours is indeed an age of extremity. For we live under continual threat of two equally fearful, but seemingly opposed, destinies: unremitting banality and inconceivable terror.
Susan Sontag: The Imagination of Disaster
La distribución dominante de lo sensible nos permite percibir una parte importante de las alteraciones introducidas por la acción antrópica en el medio natural que nos rodea. El asedio al que hemos sometido a esta naturaleza que sistematizamos hace algo más de 200 años, se muestra como un espejo en el que podemos ver repetido nuestro rostro humano sobre el paisaje: campos desiertos sembrados de desechos, islas de plásticos flotando en los océanos, gases dispersos que alteran la temperatura en la que se desarrolla la vida de miles de especies. Mirar el entorno natural es mirar nuestra obra más cercana: el ambiente enrarecido de nuestra existencia. Pero no vemos lo más oscuro, lo que permanece invisibilizado.
Justamente, el trabajo de Elisa Balmaceda y de Cristián Espinoza no recae en la imagen visible. La posibilidad de volver a levantar una bandera ecocrítica no sirve aquí para repetir una consigna. Antes que reiterar lo evidente, la muestra Paisajismo electromagnético, en la Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso, se adentra en el profundo misterio de las estructuras repartidas en el territorio para el avance y asentamiento de una especie que domina el planeta mediante la distribución y flujo de cargas de energía. La radicalidad de la investigación que plantea esta exposición sondea la más íntima base material del sistema sociocultural y económico en el que nos desarrollamos, en la medida que llega a sus fuentes de poder: la distribución eléctrica y la diseminación de redes energéticas que mantienen el funcionamiento de este sistema. Invisible es el más oscuro de los poderes.
Al entrar a la sala, predomina la oscuridad. La ambientación juega con el recuerdo de las grandes refinerías que brillan en la noche con sus tubos y llamaradas tóxicas. Ciudades góticas y estructuras para mantener encendidos los grandes anuncios de neón en las carreteras interestelares. La forma que toma la distribución energética recorre un sinnúmero de estructuras repartidas entre campos sembrados, montañas y aldeas. Todo el aspecto bucólico del paisaje se transforma ahora en una parrilla electrificada donde se siente el pulso de un sistema de consumo energético inagotable. Lo recuerdan aquí en la exposición todos los materiales presentes: el carbón, el hollín que se reparte entre una serie de ensamblajes donde el agua, la luz de neón, el plástico y el carbón son organizados como restos primigenios de nuestra era antropocénica. O como traducción directa de los costos involucrados en la forma de vida que asumimos los millones y millones de usuarios que dependemos del servicio interconectado. Vivimos el desastre gozoso en la persistencia de esos materiales que explotamos para progresar y que amenazan de muerte a numerosas especies, como preámbulo de nuestra propia derrota. Cerramos los ojos en la sala y el zumbido eléctrico de los tubos nos recuerdan el paso de la luz eléctrica.
Paisajismo electromagnético funciona, en realidad, como un muestrario de 10 piezas donde se han atesorado algunos elementos definitivos producidos por el contraste irreconciliable hasta ahora entre industria y entorno natural. Estos materiales híbridos, residuos y especies amenazadas, se combinan como testimonios de dos sistemas que se contraponen a muerte en el entorno de una “zona de sacrificio” de Valparaíso. La disposición de maquetas de cartón hechas en bandejas para huevos remite a una serie de paisajes en miniatura que reproducen las distintas cotas topográficas de un lugar y sus conexiones electrificadas. Esas bandejas son, en la vida diaria, un material ya reutilizado que se ha vuelto inerte: ni siquiera son aceptadas para su reciclaje. De igual forma, el símil se extiende para las capas de tierra que la industria contaminante del sector parece tornar en un material desnaturalizado, yermo. Tierra muerta. Avanzando un poco por la sala nos sale al paso un gran macetero que concentra un micro ecosistema vegetal de cinco plantas silvestres interdependientes: entre ellas se aseguran la vida mediante una simbiósis benéfica. ¿Cómo entender entonces la máxima tensión que la humanidad supone a la entropía natural? ¿Nos enfrentamos a un desastre lento e inevitable o simplemente alteraremos la vida en el planeta hasta convertirlo en una industria labrada por las imposiciones del mercado en el que todos y todas nos encontramos inmersos?
Como exploradores de una época tardía, arqueólogos digitales en la era postindustrial, Elisa y Cristián se preocupan de recorrer las rutas que conectan el sistema circulatorio que se extiende por distintos parajes de una misma localidad. De alguna manera, sus investigaciones leen un futuro tan próximo que parece la crónica de un colapso inevitable. En cada lugar se asoman a las evidencias de un abuso energético insostenible que contrasta con los milenios de evolución que han sido necesarios para el desarrollo de sistemas como el bosque esclerófilo, que distribuye las especies arbóreas por las quebradas. Si en el complejo industrial de Ventanas se encuentran con un homenaje negro al desarrollismo industrial contaminante iniciado hace 60 años, en el Parque la Campana vislumbran la amenaza incorregible de una central termoeléctrica en construcción capaz de aniquilar el equilibrio de un sistema bioforestal datado en más de 2.000.000 de años. El contraste entre la admirable evolución de una serie de ecosistemas desarrollados a lo largo de milenios contrasta con su fragilidad a la hora de verse sometidos a la presión de las torres de alta tensión. El maximalismo de este antagonismo dibuja una bomba de tiempo que no sabemos en qué momento explotará, cuanto tiempo demorará: solo sabemos quién está detrás.
Con la debida sutileza, Elisa Balmaceda y Cristián Espinoza reúnen una pequeña colección de especies y materiales para formar un archipiélago de situaciones dentro de la sala. En lugar de recurrir a los datos, las imágenes o las amenazas veladas, solo nos enfrentan con los restos de nuestros ejercicios industriales de subsistencia. La vida en el planeta humano no es posible sin las torres de alta tensión, sin la electricidad que nos rodea, sin una serie de ondas que viajan por el aire. Nuestra condición electromagnética es, por otra parte, la base de nuestros procesos sociales más básicos -desde mantener los alimentos a contar con la corriente para poder leer este artículo alojado en una publicación electrónica. La pregunta planteada por Elisa y Cristián en su trabajo es, entonces, más profunda y radical y llega a las raíces de aquella industria que nos sostiene de manera invisible. El signo de identidad de nuestra especie es la transformación de las conexiones materiales que crean una gran acumulación de mutaciones, paradojas, anomalías y problemas.
Una pieza sin título sobresale en mitad de la sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso: una rama con líquenes incrustada como una prótesis natural a un trípode de aluminio. Todo un prototipo de las nuevas formas materiales que proliferan en estos paisajes electromagnéticos.
Paisajismo Electromagnético, de Elisa Balmaceda y Cristián Espinoza, podrá verse en la Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso (PCdV) (Cárcel 471, Valparaíso, Chile) hasta el 24 de Junio de 2019.
Imagen destacada: Vista de la exposición Paisajismo Electromagnético, de Elisa Balmaceda y Cristián Espinoza, en la Sala Laboratorio del Parque Cultural de Valparaíso (PCdV), Chile, 2019. Cortesía de los artistas
CUADERNO DE PAISAJISMO ELECTROMAGNÉTICO
NOTAS ACERCA DEL HÁBITAT DE UNA CAPITAL SUDAMERICANA EN EL S.XXI
En lo cotidiano percibimos, sin duda, que el nivel de sobrecarga y sobreconsumo del sistema urbano es devastador, pero no alcanzamos a imaginar su dimensión.
La catástrofe ecológica en curso, no logra traccionar en la vida cotidiana, el ecocidio siempre está sucediendo “en otra parte”, mientras la vida en la urbe sigue en su continuum imposible de detener.
La electricidad, las comunicaciones, el transporte, los movimientos materiales de carga, construcción, y consumo inmediatos, parecen venir de un lugar inimaginable que permanece fuera de escena.
Todo lo que se puede percibir sensiblemente, es reemplazado por actividad de intercambio acelerado, donde las cargas y energías son invisibilizadas por datos numéricos y semióticos en una virtualidad de superficies sintéticas.
Con el tiempo surge la sospecha de que esa desconección, esa cajanegrización de “lo real” que motoriza nuestro entorno, está diseñado a propósito como maniobra de alienación.
Parece que en la misma escenificación de lo cotidiano hay un esfuerzo por la no-percepción de los horrores que empujan el rendimiento de la vida en la región urbana.
Hemos perdido la conexión sensible la procedencia de cada cosa, y por consiguiente, las sustancias son manipuladas en su valoración.
Cada uno de los millones de habitantes, desde el 1% más rico hasta la gran mayoría precarizada y empobrecida, son moléculas sujetas a un obsceno nivel de consumo energético y material para sostener la vida dentro de la máquina conurbana. Continúa leyendo en patreon