Corredor Electromagnético y Corredor Biológico de la macro-región metropolitana de Chile

macro-región metropolitana de Chile DE CARTÓN

18.5.2017 – Parque Cultural de Valparaíso

‘La disposición de maquetas de cartón hechas en bandejas para huevos remite a una serie de paisajes en miniatura que reproducen las distintas cotas topográficas de un lugar y sus conexiones electrificadas. Esas bandejas son, en la vida diaria, un material ya reutilizado que se ha vuelto inerte: ni siquiera son aceptadas para su reciclaje. De igual forma, el símil se extiende para las capas de tierra que la industria contaminante del sector parece tornar en un material desnaturalizado, yermo. Tierra muerta.’  Pedro Donoso

PARASITISMO A ESCALA REGIONAL

El Corredor Electromagnético es un tejido enmarañado que se acopla, pinza y muchas veces succiona momentos clave del Corredor Biológico. La desertificación de la macro-región se explica por la propagación de este gran parásito que rompe brutalmente el equilibrio homeostático del gran viviente.

CUADERNO DE PAISAJISMO ELECTROMAGNÉTICO

Durante el mes de Noviembre de 2018 se realizaron cuatro expediciones a puntos arquetípicos de los corredores biológicos y electromagnéticos en la conurbación del bajo Aconcagua. Ambos corredores en colisión son las dos caras de la configuración de la macroregión central de Chile que se desarrolla pujante como máquina global, y a la vez, en una profunda crisis ecológica producto de sistemáticos ecocidios por incendios provocados, zonas de sacrificio medioambiental y estrangulamiento de los habitat de flora y fauna por infraestructuras de distribución de mercancías | Paisajismo Electromagnético es una sociedad de investigación artística de Elisa Balmaceda y Cristian Espinoza pesquisando la infraestructura y la superestructura electromagnética en la mega-periferia de la globalización y su colisión con lo viviente.

NOTAS ACERCA DEL HÁBITAT DE UNA CAPITAL SUDAMERICANA EN EL S.XXI

En lo cotidiano suponemos de lejos que el nivel de sobrecarga y sobreconsumo del sistema urbano es devorador, pero no alcanzamos a dimensionar dicha sobrecarga. No hay manera de comprender claramente cómo se sostiene el tipo de vida que llevamos.
No nos referimos a la información disponible, siempre mediada, sino a la incapacidad de implicarnos desde el mundo cotidiano con dicha información.
Una posible catástrofe ecológica, por ejemplo, parece tener una dimensión tal que no logra una captura simbólica clara en nuestras coordenadas de vida, el ecocidio siempre está sucediendo “en otra parte”, mientras  la vida en la urbe sigue impasible en su continuum.
La electricidad, las comunicaciones, el transporte, los movimientos materiales de carga, construcción, y consumo inmediatos, parecen venir de un lugar de infinitos recursos que permanecen fuera de escena. Todo lo táctil, lo “real”, es reemplazado por actividad financiera, donde  las cargas y energías son camufladas por datos numéricos en una virtualidad de superficies de papel y de arqueo digital.
Con el tiempo surge la sospecha de que esa desconección, esa cajanegrización de lo real que motoriza nuestro paisaje, está diseñada a propósito como maniobra de camuflaje.
Es fundamental en la misma configuración de lo cotidiano la no percepción de los horrores que acontecen en las fuerzas que empujan el despliegue de altísimo rendimiento de la vida en las metrópolis. Es de suyo no saber de dónde procede cada cosa, y por consiguiente, las sustancias son alteradas en su valoración.
Cada uno de los millones de habitantes, desde el 1% más rico hasta la gran mayoría precarizada y empobrecida, son moléculas sujetas a un alto nivel de consumo para sostener la vida dentro de la máquina metrópolis. Cada vivienda debe sostener un nivel de gasto energético equivalente a una pequeña industria atiborrada de maquinaria electrodoméstica que debe ser abastecida. 


En la entrada del siglo XXI, los aparatos manipulados por la población (transporte, comunicación, intercambio) son impulsados sólo por electricidad. lentamente el gas, carbón y petróleo tienden a permanecer en las sombras; o dicho cómo será recurrente en este texto, cajanegrizados.
El control y localización de las fuentes brutas son restringidos. La electricidad puede ser monitoreada completamente a través de metadatos desde centros logísticos y de análisis.
La campaña de reconversión de vehículos, y aparatos a gas y petróleo en máquinas eléctricas, domóticas y teleguiadas, no tiene fines medioambientales, sino el control molecular de la máquina urbana. El monitoreo permanente de cada actividad, realizada por cada individuo, en localización, intensidad y especificidad, es la esencia de la economía de la ‘Transición energética’.

La máquina urbana es una megaestructura de cemento, plástico y metal, atravesada por una nube de datos de alta frecuencia que axiomatiza el control de flujos de las fuerzas dirigiendo su movimiento y sentido.
Todo trabajo dentro de la máquina urbana es de distribución, transporte de trabajadores cognitivos, servicios financieros directos o disfrazados, intercambio y especulación de bienes absolutamente procesados barnizados de fetichización.
En la máquina urbana no se produce nada útil para la vida.
La mercancía que se mueve y usa está recubierta de una capa de simbolización que nubla el instinto de comprensión de su origen material y su cadena de producción.
En el plano interno humano, todo lo guionizado no tiene afuera. La vida humana tiene origen y destino dentro del laberinto urbano, y los desplazamientos de deseos y de clases (en ascenso o en bajada) se resuelven dentro del asentamiento.
Cualquier sujeto que sale fuera del sistema, es expulsado simbólicamente, declarando su exilio al gueto periférico y su fracaso económico.
La metrópolis parece infinita, y en sus lindes se difumina un tejido de carreteras, tubos y líneas de tendido aéreo de electricidad que fugan hacia la bruma.

Diferencia entre una metrópolis del siglo XX y una megalópolis del siglo XXI

La megalópolis comparte con la metrópolis del sXX el desborde de la percepción de sus límites, la sensación de infinitud territorial que viven sus habitantes como un adentro sin afuera. Esto, naturalmente, se debe a la aglomeración humana, a la saturación demográfica y el vaciamiento del espacio agrícola y rural en general (bordes costeros, foresta, montaña, etc.). 
Pero la megalópolis no solo se caracteriza por el desborde demográfico, sino también a una tipología y a un modo nuevo de habitar surgido de las tensiones geopolíticas de los años ‘90 del siglo XX,que desembocaron en la materialización del mundialismo financiero (Globalización).
El centro de la megalópolis es impecable. No hay fricción ni error alguno, todo es un continuo de flujos que está garantizado por la prioridad en los sistemas de transporte y la alta frecuencia de los sistemas financieros, económicos (de intercambio inmediato) y de comunicación celularizada.
Su periferia urbana es un laberinto en guerra de baja intensidad, lo suficientemente friccionada y fraccionada por las iglesias evangelistas y el narcotráfico, para impedir toda posibilidad de revuelta y organización, pero permitiendo el viaje continuo de la fuerza laboral diariamente en un bucle centro-periferia.
La megalópolis funciona como una máquina 24/7 fluctuante, según un cronograma que se estructura electromagnéticamente.
A través de circuitos de trenes y metros robots, tejido eléctrico de media y baja tensión, y transformadores para alimentar luces y maquinaria, decenas de torres de radio y televisión, y miles de antena de celular emisor-receptor de alta frecuencia, es posible la realización de dos acciones simultáneas: 

  1. el tránsito de millones de personas entre el centro y la periferia ida y vuelta diariamente en tramos que pueden alcanzar 100 kilómetros. 
  2. la constante introducción de cientos de nuevos refugiados migrando continuamente a la urbe, desarraigados por exilio económico y por la guerra global fragmentada. 

Todo el sistema de movimientos está monitoreado y coordinado por medio de satélites orbitales y fibra óptica submarina conectadas a servidores localizados en data centers en los países centrales lejos de sudamérica (hay unos cuantos en Chile y Brasil.) 
La intensidad y permanencia de esta movilización coordinada no sería posible si los cuerpos humanos (unidades materiales elementales del sistema) no estuviesen anestesiados y sobreestimulados simultáneamente para rendir en ambiente de hacinamiento y sobrecarga de estrés necesario para la actividad solicitada por la megaestructura. La conectividad opera como tecno droga, y es complementada por ansiolíticos y estimulantes químicos distribuidos en cápsulas, alimentos y agua.
Es el perfeccionamiento de la distribución y el metadato electromagnético lo que ha permitido que se produzca el formateo de la metrópolis del s.XX a la naciente megalópolis del s.XXI. Y es en este punto donde aparecen las primeras imágenes de cómo se manifiesta la globalización invocada durante décadas como modelo ideológico.
En este momento podemos revisar desplazamientos a nivel cultural que dan pista sobre la afectación de la psiquis individual y la movilización del cuerpo colectivo entre el período Metropolitano y el Megalopolitano-Conurbano de nuestra civilización electromagnética Latinoamericana.

Precarización de la Generación Conectiva

Los encuentros afectivos son la extensión de un campo de batalla mediados por redes sociales; el cuerpo debe refugiarse del dolor de la monotonía sin sentido del desplazamiento diario hacia lugares a los que no está claro si desea ir; el alma debe cuidar su posición en el esquema de competencia clasista permanente a riesgo de ser excluido y exiliado a guetos.
Como el desplazamiento del cuerpo humano es acotado por transportes automáticos, su sensibilidad del tiempo-espacio es suprimida por dispositivos semióticos anulando la percepción de la repetición infinita del info-trabajo.
Todo el teatro psicofísico de ocultamiento de las condiciones intolerables de vida es coreografiado por los mass media.
Lo religioso es absorbido por el capitalismo como culpa sin expiación -el pecado es reemplazado por la deuda-, la educación y la cultura se desplazan desde el espacio público hacia la virtualidad informática y el shopping center.
La política es reemplazada por la tecnocracia de los administradores; el núcleo familiar se desplaza a tribus virtuales de gamers o grupos de whatsapp efímeros.
La radio y televisión local radicalizan su verticalidad de pensamiento dominante, sincronizando su pauta a la de un núcleo de grandes medios hegemónicos mundiales, que trazan la agenda y homogeinizan el ethos hacia todas las regiones del planeta.

 LA MEGAPERIFERIA, donde los tentáculos electromagnéticos pinchan el territorio y transducen la materia

En nuestros imaginarios colectivos, el CO2 emanado hacia la atmósfera en los complejos industriales son la materialización de los índices bursátiles: más CO2 es igual a mayor jerarquía como región desarrollada.” (Alain Musset:2018)

Para observar los lindes físicos de la máquina urbana usaremos como referencia la red de alta tensión eléctrica.
Nuestro propósito es formular que materialmente Santiago de Chile termina en el último nodo que implica directamente su red energética: Los blackout suelen recordarnos la frágil dependencia de nuestra forma de vida al electromagnetismo.
Tomaremos imaginariamente la operación de red energética de Santiago, comenzando imaginariamente desde el cable del ordenador de Álvaro, el  Hikikimori, que vive en la comuna de Santiago Sur y seguiremos dicho cable por la red capilar de baja, media y alta tensión hasta el punto en que termina, y este punto creemos que es una termoeléctrica a carbón a 144 kms de distancia llamada AES Gener Campiche-Ventanas en la bahía de Quintero-Puchuncaví.
En la macroregión central de chile, en un radio de 140 Kms entre Putaendo al norte y Graneros al Sur, se encuentran 8 centrales de Biomasa, 25 centrales hidroeléctricas, 2 centrales eólicas, 31 centrales termoeléctricas a carbón, gas o petróleo diesel, y 23 centrales solares de generación de electricidad que tienen como principal función alimentar el centro urbano capital con su obsceno sobreconsumo energético.
Si Santiago fuera imaginado como un pulpo, constaría de 89 tentáculos que pinchan y formatean  la tierra, los ríos, el sol, el viento y cuántos recursos vivos sean necesarios para que la gran máquina centrípeta no deje de funcionar jamás, y pueda a la vez, ir proliferando y creciendo, pues su principal entropía es ser un sistema en insaciable expansión de consumo de energía incapaz de cualquier tipo de equilibrio biótico y social.
Los puntos en que el monstruo tentacular pincha la tierra son centrales de generación basadas en grandes turbinas encofradas en estructuras metálicas puestas estratégicamente en los lugares donde pueden alimentarse de materia para ser transducida en electricidad.
Estos puntos se convierten en grandes paños mecanizados, ya que alrededor de las generadoras se asientan industrias pesadas que, convenientemente, negocian y toman en forma directa el consumo de energía salteando toda la red de distribución.
Así en el caso de Quintero-Puchuncaví, se apuestan cuatro termoeléctricas a carbón plantas productoras de cemento, de asfalto, regasificación, materiales plásticos, fundiciones, refinerías, químicos y resinas.
En un siguiente anillo, alrededor de este complejo de tubos metálicos, vapores y humos tóxicos, conviven y dotan de mano de obra dos poblados que pre existían a esta megaestructura y que ahora están reconvertidos en una perversa relación simbiótica, ya que eran pueblos de agricultores y pescadores artesanales (el lugar es una bahía) cuya tierra y lecho marino han sido completamente destruidos por la acción ecocida en forma irreversible desde el complejo energético-industrial.

Este zoning se puede sintetizar en: 

  1. un centro donde se instala la central generadora como punto de transducción e inicio de un corredor de cables y torres de alta tensión centrípetos con destino en el centro de decisiones de la urbe máquina Santiago y el complejo minero-industrial de la macroregión; 
  2. un primer y segundo anillo en torno a la generadora de industrias pesadas altamente contaminantes y tóxicas que se alimentan directamente pinchando la central, 
  3.  un tercer anillo con poblados de obreros del complejo industrial, que anteriormente eran pescadores y agricultores que perdieron su ecosistema por este implante. 

Esta es la manera en que se configuran los terminales del monstruo tentacular y son la megaperiferia conurbana, la silueta de la macroregión ‘central’. 
Son los lindes para medir el tamaño efectivo del sistema humano desperdigado adrede en la extensión territorial lo suficientemente lejos para permanecer invisible y lo suficientemente cerca para cumplir los requerimientos del centro urbano, distrito central financiero y centro de decisiones.

Deslocalización y repartición en el territorio de la producción

El caso de Quintero-Puchuncaví, como de otros 89 asentamientos del extrarradio, son órganos esenciales del ‘centro’ que requiere alimentación permanente sin ningún tipo de plan de explotación más que la depredación exponencial ya que el esquema esencial de la supervivencia de la urbe máquina es el crecimiento permanente a todo costo.
La sobreexplotación irracional continua forma parte esencial de la configuración de esta entropía. 
Cada elemento deberá ser una superficie de inscripción de producción y consumo, desde elementos materiales hasta productos semióticos y hábitos culturales.
Tanto las catástrofes ambientales como la catástrofe psíquica son dimensiones de un mismo paradigma, en que absolutamente todo lo definible es objeto de plus-producción. Esto quiere decir, parafraseando el AntiEdipo de Deleuze, que “todas las fuerzas productivas y los órganos de producción, son inscritos en una trama (financiera) que actúa como cuasi-causa comunicando al territorio y los sujetos el movimiento aparente por el que debe ser conducido”.

Fuera de los centros ya no existe lo rural, sino grandes extensiones de industria horizontal. La actividad agrícola se ha reconvertido en industria biotecnológica, con criaderos de monocultivos y ganadería intensiva intervenida genéticamente  para sobreproducir.
Estas extensiones tecno agrícolas y tecno ganaderas han vaciado de habitantes los poblados antiguamente asociados al campo: el trabajo ha sido absorbido por máquinas de alta tecnología monitoreadas por ordenador en red para todo el proceso de producción.
Para la producción agroindustrial de monocultivos, el cambio no solo ha sido en el ecosistema agrícola con envenenamiento, desnutrición y sequía de la tierra, sino también ha producido desertificación a escala macroregional.
Estos paños están asociados a grandes complejos de procesamiento, packaging y logística de distribución hacia la máquina urbana o hacia los dos puertos de drenaje de commodities: Valparaíso y San Antonio, con destino en China, la gran factoría de la metápolis planetaria.
Las grandes industrias pesadas (como en el caso de Quintero-Puchuncavi o de Calera, por citar otro de los varios ejemplos) son localizadas estratégicamente en nodos del gran paño agroindustrial en que se produce un encuentro de las siguientes variables:
1. poblados menores para alimentar de mano de obra calificada y barata,
2. legislación local mezquina (en derechos laborales, ambientales y fiscales),
3. cercanía a carreteras y sistemas de comunicación apropiados para la distribución,
4. cercanía a generadoras de energía; y ríos o bahías que pueden ser reformateados como hidro-vías para alimentar centrales generadoras y a la vez ductos químicos de evacuación de desechos.
Ya no es necesario que los complejos industriales estén en relación de inmediatez con el centro terciario, puesto que la proxémica está dada por la alta velocidad y no por la vecindad.

La continuidad de los sistemas de transporte, comunicación y energía; además de la reconversión de los paños agrícolas en agroindustria de alta tecnología, procesamiento y packaging, y la deslocalización de las grandes industrias pesadas fuera del extrarradio del centro urbano de servicios financieros, abolió las rupturas geográficas. La macro-región central es un gran taller zonificado, segmentado, coordinado y coreografiado desde el centro urbano financiero en que las actividades más sensibles son instaladas en paños cuyos ecosistemas puedan soportar silenciosamente las consecuencias devastadoras del desarrollismo económico fundado en una carrera frenética por el beneficio financiero y el desprecio a los seres humanos y al territorio que acostumbran a ser sus víctimas, o como señalan eufemísticamente “socios en los pasivos ambientales”.
La dispersión de los polos de actividad en la extensión del territorio es coordinada por la máquina electromagnética y el andamiaje extensivo que urbaniza integralmente el territorio de la macro-región relativizando, por no decir eliminando, la noción clásica de centro y periferia de la ciudad y la metrópolis del siglo XX.

Aunque los nodos industriales de Quintero-Puchuncaví o Calera, o los puertos de Valparaíso y San Antonio, tienen la reputación de ser asentamientos autónomos, ciudades en sí mismas, son realmente tentáculos de un único organismo urbano. Mantienen relaciones estrechas con el núcleo de decisiones en Santiago a la manera de brazos.
Las ciudadelas factoría de la quinta región constituyen, como ya se señaló, la Megaperiferia cajanegrizada de la urbe Santiago de Chile. En forma efectiva, en términos de energía, transporte y decisión, la segmentación actual política en región metropolitana y quinta región, como espacios diferenciados geopolíticamente, es una maniobra de ocultamiento y fragmentación administrativa para dificultad la fiscalización, aprovechar la burocracia del estado, y tomar impunemente las decisiones corporativas. 

La máquina urbana no se debe medir por su extensión (cubre toda la macroregión) sino por la intensidad de los flujos.
Cuando Francois Ascher define la metápolis como ‘ensamblaje entre ciudades-centros coalescentes y centros-periferia’, describe las grandes áreas urbanas superpobladas como laxas, discontinuas, heterogéneas y multipolares.
Santiago de Chile, en resumen, es definida aquí como centro de la Región urbana Meta-politana.
Los bordes de la macrorregión son  87 Termoeléctricas y 2 puertos. En la práctica es obsoleta la división regional.
Lo que antes eran llamados espacios naturales, núcleos con ecosistemas específicos, parques o reservas de biodiversidad, son en la lógica de la región Urbana Meta-politana lugares de paso y zonas de amortiguación o -como diría Marc Augé- incómodos no-lugares.

 

 

PRIMERA VISITA A UN CORREDOR BIOLÓGICO

Uno de los objetivos de las salidas de campo dentro de la investigación es intentar comprender OTRO sistema en el que los corredores electromagnéticos establecen relaciones de interferencia y modificación.
Aquello que era invadido por corredores electromagnéticos aparece invisibilizado, no participa del gran relato del progreso.
Lo ‘natural’ es un paisaje romantizado y disponible como wallpaper de smartphones, tablet o computadores: valle, pampa, bahía, meseta, etc.

Una descripción del paisaje mientras caminamos por el sendero -transcripción de las reflexiones de Salvador Donghi.

Los puntos de anclaje en nuestra investigación, y la elección de lugares de salida de campo, son termoeléctricas que, en nuestra hipótesis son los puntos críticos de transducción del sistema (o los terminales de los tentáculos del pulpo electromagnético).
Elisa descubrió un lugar donde una nueva termoeléctrica estaba en proceso de construcción. Nos interesó ver in situ el comienzo de uno de estos nodos terminales y su relación con el territorio que pinchaba.
La termoeléctrica a gas Los Rulos se construye hoy en el valle de Limache, comprometiendo al ecosistema del Parque Nacional la Campana, reserva mundial de la Biosfera. 

El 24 de Octubre del 2018 subimos, gracias a gestiones de Elisa, al cerro la Campana, con el Biólogo y activista ambiental Salvador Donghi, quien ha llevado una intensa lucha judicial y política para detener la construcción de dicha termoeléctrica.
Charlamos y caminamos con Salvador, el poeta Pedro Donoso, un camarógrafo, y Elisa, por el valle de exposición Oeste del Parque la Campana llamado El Granizo. Mientras ascendemos, el biólogo nos relata lo siguiente:

“Lo primero que hay que preguntarse es ¿Qué cosa es una reserva mundial de la biósfera?. Estos sitios son poquísimos en el mundo (alrededor de 670) y se consideran hot-spot biológicos. Una reserva de la biósfera es patrimonio genético del mundo. Si acaso un evento grave destruyera la vida en la tierra (una catástrofe nuclear o algo por el estilo), estos lugares desde su zona núcleo serían los centros donde se volvería a regenerar todo de nuevo. Albergan muchas ecuaciones ecosistémicas y una confluencia de especies animales y vegetales insuperables: las reservas de la biosfera son los axis mundis de la vida.
En el caso de la que recorremos, el 20% de la flora mundial en términos de diversidad se encuentra aquí, en La Campana, y su región de irradiación. Este parque en su singularidad biótica es uno de los 5 sistemas que resguardan genéticamente la vida mediterránea del mundo.”

“Este lugar que recorremos tiene una historia geológica de setenta millones de años, y servirá para comprender cómo se conforma.
Hace setenta millones de años, durante el plioceno, el continente estaba a la deriva. Había Nothofagus. Esto quiere decir que mucho antes de la formación actual de sudamérica, esta zona núcleo era un bosque de robles, como se registró a través de fósiles de nothofagus de esa antigüedad.

Durante el eoceno se acaba el viaje del continente chocando con la placa de Nazca. Comienza entonces la formación de la cordillera de los Andes que termina de elevarse durante el mioceno, hace diez a quince millones de años.
Hoy el territorio es una secuencia de concavidades y convexidades donde opera un sistema de callejones. La Vaguada costera, esa bruma permanente, asciende desde el océano por estos cajones.
La vaguada al fin choca contra un murallón y, en el punto de impacto, gotea sin pausa alguna desde hace quince millones de años. Esa es la zona de núcleo, el hotspot, donde el aporte hídrico permanente genera una sopa biológica que conformará nuestro rasgo evolutivo.
La primera asociación planta insecto, hace quince millones de años, sería el primer eslabón energético del corredor biológico. Luego, se desencadenaría la expansión y evolución del manto biótico por toda la macroregión”.

Si ensayamos una descripción del sistema debemos pensarlo como un animal enorme, como una sola unidad biológica. Éste se conforma por vasos capilares que comienzan en quebradas en los acantilados y se van abriendo y uniendo hasta formar cajones y valles y que luego chocan contra murallones donde el tránsito de la bruma permanente colisiona produciendo efecto dropping durante millones de años, humedece el suelo (musgo y helechos); exuda humedad, se mantiene vital en un ciclo continuo (el ciclo de la humedad relativa). La vaguada llega a los bosques, genera formaciones vegetales o brota en vertientes alimentando el ciclo en un feedback constante.
El punto de dropping (zona núcleo) es el motor del sistema. El acceso de la vaguada es por quebradas que enfrentan el mar (umbrales input-output). Toda la red de arterias se va esculpiendo y va perfeccionando las paredes de los corredores permanentemente, tanto por la bruma como por los esteros y riachuelos que devuelve el efecto goteo; formando un ambiente de humedad específica vital, tejiendo nuevas ecuaciones ecosistémicas que lo llenan todo.

Una de las mayores dificultades de este texto se presenta ahora, intentando transmitir la intensidad que se produce al experimentar estos lugares guiados por el biólogo.
Nos referimos a la intensidad que se experimenta al estar ahí, en el centro mismo desde donde surge toda la vida de una región; no como lugar simbólico ni retórico, sino como acontecimiento.
A unos pocos kilómetros fuera de las vías principales, y del centro de la tóxica Santiago de Chile, estábamos en uno de los poquísimos lugares del mundo donde se forma y propaga la vida gota a gota.

Colisión del corredor biológico y el corredor electromagnético

Luego de ascender por el murallón y experimentar la zona núcleo, Salvador Donghi nos señaló el valle que se extiende hacia el horizonte y que, como ya fue dicho, opera como corredor del ascenso de la vaguada costera, dropping en el lugar que estábamos,  y descenso hídrico en forma de mantos vegetales, esteros, ríos y  vertientes de vuelta al mar.
A pocos kilómetros de distancia, y a simple vista, nos señala el lugar donde comenzaban los trabajos de instalación de la termoeléctrica a gas Los Rulos, en el centro geométrico del valle y enfrentando la zona núcleo.

Salvador señala: “una termoeléctrica a gas expulsa miles de millones de partículas que se mezclan con la vaguada y chocan contra La Campana´. La producción de CO2 o emisión de gases de hidrocarburos tiene material particulado de aerosoles de muchos tipos tóxicos de partículas (2,5 micrones es el tamaño de dichas partículas.) Si pensamos en la fauna, las partículas ingresan por las vías respiratorias y van directamente a la sangre. La mayor parte de las veces llevan metales pesados.
Por fuerza de gravedad el material particulado comienza a precipitar y cae en las vertientes de agua (y por supuesto en los mantos húmedos).Por otro lado, hay gases precursores que no son material particulado. Aumenta la humedad relativa y se forma lluvia ácida. La combinación de dióxido de nitrógeno y agua forma ácido nítrico, matando microorganismos y atacando la flora. Se destruyen sucesiva e irreversiblemente ecuaciones ecosistémicas. La zona núcleo se vuelve un depósito de residuos tóxicos. 
El emplazamiento de la termoeléctrica no tiene capacidad -obviamente por pura localización- de dispersar de contaminantes. Los gases siguen el mismo canal de ingreso que la vaguada. Los humos entran en un cajón y chocan y se alojan en la reserva de la biosfera”.

Las relaciones energéticas del bioma no son reversibles, son entrópicas.
Por ejemplo, el helecho llamado adiantum, crece en un lugar sombrío y húmedo que se construye en ecuación de multiplicidades, dependiente en relación circular con el peumo, el litre, el belloto, el arrayán, etc. Si el lugar fuese un depósito inevitable de residuos altamente tóxicos, comenzaría la desintegración de las ecuaciones de crianza mutua.
La dirección en términos energéticos es una evolución en un solo sentido; el ciclo de humedad relativa sería roto por la termoeléctrica, rompiendo el dripping de 15 millones de años en un breve período de tiempo. La destrucción de ecuaciones ecosistémicas es la alteración artificial y destructiva del sentido evolutivo como totalidad: eso es el futuro próximo.”

 

 En síntesis, la termoeléctrica Los Rulos, con material particulado y gases precursores, tomará el camino de la vaguada y destruirá la zona núcleo de la vida de toda la macroregión. La colisión de los corredores es también la colisión entre una visión geopolítica y una biogeográfica.
La matriz energética de los corredores electromagnéticos está en desequilibrio absoluto con la capacidad de carga de los ecosistemas. Las políticas privilegian un implícito tábula rasa donde la prioridad siempre la tendrá la electricidad para el control de flujos y la producción. 

Como ya planteamos antes, en términos del corredor electromagnético, estas reservas ecosistémicas y el corredor biológico, no son otra cosa que sitios incómodos, zonas de amortiguación, algo así como terrenos baldíos, ruinas y escombros de un mundo ya superado en la nueva configuración espacial del territorio global.
Esta jerarquización, implícita en el contrato social de todos los habitantes de la Región Urbana Meta-politana es una cuestión cultural en la cual vale la pena detenerse un momento, a propósito no solo del ecocidio que presenciamos, sino también por la extraña muerte del pescador y activista ambiental Alejandro Castro. 





CÓMO EXPLICARSE CULTURALMENTE EL ECOCIDIO Y EL ASESINATO DEL ACTIVISTA

El electromagnetismo se nos presenta silencioso e impecablemente limpio. Las bombillas de luz, los aparatos electrónicos que portamos y un sinnúmero de cosas que nos rodean y , parecen carecer de fricción, son fuerzas etéreas, inmateriales, ininteligibles. Esa impunidad del electromagnetismo se debe a la cajanegrización de su manera de ser generada y conducida, el camuflaje de la transducción de la materia. 
Nos mantenemos en los centros urbanos terciarios al margen de la megaperiferia, de sus miserias, de sus crímenes, de su alta intoxicación, de su guerra de baja intensidad y de su inminente destrucción.

Aquí buscaremos esbozar una explicación de todo esto, en el sentido íntimo de explicárnoslo a nosotros mismos, entendiendo en todos los casos que el electromagnetismo es la cuestión material de la ideología mundialista, una ideología que tiene una escala local que podemos interpretar en la destrucción del tejido social que impide, por ejemplo, traer a plena presencia las zonas de sacrificio.

Durante el 2007 y 2008 se sucedieron dos hechos que pueden ayudar a construir un presente. En el 2007 la humanidad perdía su carácter agrícola y se transformaba en un ente urbano. Ese año, la ONU registró que el 55% de la humanidad vivía en ciudades, metrópolis o megalópolis, y estimó que para el 2050 alcanzará el 70% de la población.
Después de diez mil años, la humanidad dejaba su carácter rural inaugurado en el neolítico para transformarse en un habitante de la máquina urbana, dejando atrás la extensión, y con ella, perdiendo lentamente la memoria de esa manera tiempo espacial de estar en el mundo.
Al año siguiente, estalló la crisis subprime en USA que desencadenó una crisis global estacionaria que año tras año hace caer economías, produciendo una condición de pobreza y precariedad urbana radical a escala planetaria de la que ya no se volvería atrás.
En el 2014, mil millones de personas vivían en máquinas urbanas bajo la línea de la pobreza. Para el 2030 se espera que sean dos mil millones.
La crisis global inaugurada el 2008 dejó entrever cuál era el leitmotiv y los agentes que administran el mundialismo financiero; pero sobre todo, produjeron a todas las escalas la sensación de crisis crónica sin vuelta atrás, cerrando el primer capítulo de la globalización.
El mundo ahora es estrictamente urbano y vive en crisis; completamente integrado por una trama tecno-financiera donde regiones completas se vuelven zonas especializadas de explotación de commodities o producción de manufacturas tejidas por nodos de toma de decisión que coordinan el planeta completo desde bolsas de comercio y bancos centrales manejados por bots en grandes centros de datos.

Cuando comenzamos nuestro trabajo en terreno con Elisa, los primeros días de Octubre del año 2018, diversas organizaciones sociales convocaron a una masiva marcha en el puerto de Valparaíso contra el ecocidio y las intoxicaciones de niños y adultos en Quintero-Puchuncavi. A la madrugada siguiente fue encontrado muerto, colgado sobre las vías del tren, el pescador artesanal y dirigente del sindicato S24 Alejandro Castro, uno de los activistas que lideró la manifestación. Naturalmente había sido asesinado a modo de mensaje. La policía se apuró en declarar un suicidio y cerró el caso.
Junto a Elisa comenzabamos nuestro trabajo de campo dándonos cuenta de que marchas y oscuros homicidios configuraban una guerra ecológica de baja intensidad. Esta guerra se sucede en toda la megaperiferia que íbamos a explorar. Estábamos frente a un campo de batalla.

¿Quién mató a Alejandro Castro? Un informante esbozó una posibilidad que no solo especula sobre su muerte, sino también trata de entender un modo en que se teje todo el entramado detrás de estos lugares, que los activistas llaman Zonas de Sacrificio.
Nos explicaron que tanto el complejo termoeléctrico como el complejo industrial que lo rodea está compuesto por una cadena casi infinita de subcontrataciones.
Casi nadie trabaja directamente para AES Gener, Oxiquim, Codelco, Gasmar, Enap, Epoxa, Endesa, Shell, Copec, Catamutun o la cementera BioBio. Cada trabajador está contratado por una pequeña empresa, que a la vez está contratado por una mayor en una pirámide en que se distribuyen y diluyen las responsabilidades. Por otro lado,es imposible la coordinación sindical ya que dos trabajadores que hacen lo mismo en el mismo lugar posiblemente estén contratados por pequeñas empresas distintas que prestan servicio a la industria.
Los obreros operarios, técnicos, logísticos, personal de administración, transporte, reparaciones y hasta el personal de aseo trabajan en efecto en el paño industrial, pero virtualmente no tienen vinculación contractual con las grandes empresas que los ocupan.
A una escala distinta, la red de distribución energética, desde la termoeléctrica hasta la red domiciliaria, también está fragmentada por distintos operadores: Centrales eléctricas generadoras, Líneas de transmisión troncal, Líneas de subtransmisión y adicionales, y Subestaciones eléctricas son propiedades privadas de dueños distintos.
Gracias a la desregulación y fragmentación total las industrias pinchan la Central Generadora directamente para ahorrar el pago de la red de intermediarios del sistema interconectado central. La privatización del sistema y la desregulación de sus condiciones de ocupación permiten que proliferen estas aglomeraciones ecocidas.
Lo primero que se explica aquí es la lógica (funcionando a todas las escalas) que impulsa la proliferación de estos lugares de aglomeración de industria pesada y que usa comunidad como fuerza laboral.

En relación con el crimen del activista, la posibilidad que nos sugieren es escalofriantemente vulgar. No creen que fuera asesinado por una conspiración sofisticada ni por un trabajo de inteligencia coordinado entre aparatos del estado y grandes empresarios. Es más probable que lo haya asesinado algún subcontratista de tercer orden con un par de matones de confianza por iniciativa propia, tanto para dar señales de lealtad a sus clientes (que serían otros subcontratistas de más rango) como para dar escarmiento a los activistas locales, ya que transformar a los pobladores en PYMEs subcontratistas los vuelve también feroces defensores del “barrio industrial” y desintegra su carácter de clase obrera, pese a estar plenamente consciente del duro impacto en el trabajo, en la calidad del aire, la tierra y el agua en su comunidad.
Por eso, lo que vemos es un tejido no solo material sino también culturalmente destruido, que blinda esta configuración estructurada desde la desregulación total del esquema financiero. Se impide cualquier forma de organización desde lo molecular, transformando al poblador en defensor de la operación territorial ecocida.

Las ecoactivistas locales (Mujeres en Zona de Sacrificio) luchan por alguna forma de organización y regulación de las operaciones sobre el territorio; primero para establecer políticas energéticas que identifiquen a los destinatarios y los hagan pagar los pasivos socio ambientales que generan (los centros urbanos representan aproximadamente dos tercios de la demanda de energía primaria y producen el 70% de las emisiones mundiales de CO2. En el caso de la macroregión de Santiago, el 70% de la energía la consumen las operaciones mineras e industriales).
A su vez, buscan la generación de políticas laborales que ayuden a revertir la precarización provocada por las grandes industrias responsables de los trabajadores. Y que éstos recuperen la capacidad de organización y un retejido cultural para demandar medidas y participación en todos los niveles de decisión, incluyendo obviamente fiscalización socioambiental, que hoy es imposible seriamente.

Alejandro Castro formaba parte del sindicato de pescadores S24. S 24 señala el día del derrame de petróleo sucedido el 24 de Septiembre de 2014 y la destrucción de la vida marina en la bahía de Quintero-Puchuncaví.
En la marcha del 5 de Octubre del 2018, Alejandro instaló en el imaginario de toda la población la frase “Zona de Sacrificio” logrando desactivar el cerco comunicacional de los aparatos mediáticos llevando por un momento nuestras miradas hacia esos puntos críticos de la máquina urbana, que hasta entonces permanecían invisibles.
Para muchos, lo que Alejandro visibilizó constituía una vergüenza colectiva, ponía en jaque una estructura de precarización que implicaba no solo el ecocidio, sino también una trama económica que cualquier mecanismo de regulación y control meridianamente coherente y eficiente debería desmontar. La precarización es un proceso inducido. En realidad, en una pirámide Ponzi de esa magnitud, cualquier implicado pudo ser el asesino del activista. No solo en Quintero-Puchuncavi, sino también en la Sierra Madre de Oaxaca, en el río Gualcarque en Honduras, o en cualquiera de los miles de nodos de extractivismo y generación en latinoamérica.

Respecto a la región urbana metapolitana, el caso Paño Industrial Quintero-Puchuncavi, Terminal Pacífico TP2 en el puerto de Valparaíso, termoeléctrica Los Rulos, las hidroeléctricas del río Aconcagua, el barrio industrial de Calera, el monocultivo de paltos transgénicos Hass en Petorca, y un largo etc. son simétricos en todas estas cuestiones.
La práctica es la misma, la ciudadanía es socia en pasivos ambientales sometida a un discurso inmoral: “si no hay quien me regule no tengo por qué cumplir la norma”.

Hace tan solo 100 años Upton Sinclair decía: ‘Es difícil lograr que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda’. 

Y Francisco Javier de Amorrortu agrega: “¿Qué nombre le pondríamos a estos abismos cognitivos? ¿Fotosíntesis de las cegueras en el alma de las primaveras en un país que no sincera deudas de observación?”

 

 

 

SEGUNDA VISITA A UN CORREDOR BIOLÓGICO

El 28 de Octubre de 2018, cuatro días después de la visita a la zona núcleo de la reserva de la Biosfera La Campana, fuimos con Elisa al punto de entrada de la Vaguada, el Input-Output del corredor biológico llamado La Campana-Peñuelas.
El punto de acceso principal es una quebrada pronunciada con saltos de agua y una potente entrada de densa bruma directa desde el océano llamada La quebrada de la Serpiente.
La quebrada de la Serpiente se encuentra en unos acantilados en el borde de la ciudad de Valparaíso y se extiende hasta la bahía Laguna Verde, donde se emplaza una antigua Termoeléctrica de la que hablaremos más adelante.
Desde esta pronunciada quebrada, como un tajo en una pared inmensa ascendiendo por la concavidad, comienza a modo de terrazas un sistema de reservorios de agua del feedback hídrico del corredor en que la primera es la laguna humedal Piuke-ko, y luego, de entre numerosos otros estanques, humedales y lagunas ascendentes, aparece al centro de la concavidad el lago Peñuelas como zona núcleo intermedia del sistema -una especie de plexo solar de este enorme ser- que concluye y retorna en el dripping de La Campana.
En este momento del corredor biológico, en su umbral con el oceano, nuestra generosa guía fue Sandra Wayra Ríos, miembro de una comunidad llamada La Puebla que junto a la comunidad Piuke Ko y una comunidad mapuche tomaron los terrenos de los acantilados alrededor de la laguna Piuke Ko, la inauguraron como lugar, y se dedican a su protección con prácticas de vida completamente autosustentable, construyendo en técnicas de permacultura con los varios tipos de arcilla del lugar (hay arcilla blanca, roja, verde, marrón desde distintas vetas), produciendo su alimento con agricultura de huertos o trueque, reciclando sus desechos, resistiendo el uso de electricidad, educándose en forma alternativa y organizándose por medio de asambleas.

Uno de los temas centrales de nuestra conversación, mientras caminamos desde el humedal Piuke Ko hasta la boca del acantilado de la Serpiente, giró en torno a los desafíos de esta comunidad que están estrechamente vinculados a la colisión del corredor biológico y el corredor electromagnético.

Los incendios sistémicos

Como ya señalaba Salvador Donghi en nuestra primera visita al corredor biológico, el ciclo hídrico del corredor genera una humedad relativa del aire que se comporta como un manto de burbuja húmeda de protección del sistema.
El CO2 industrial, las carreteras en los corredores biológicos tapando con cemento el suelo biótico, la acidificación y desertificación por monocultivos y un sinnúmero de operaciones que forman parte de la lógica tentacular de la región urbana meta-politana, rompen la humedad relativa del sistema y comienza un ciclo inevitable de incendios.
Wayra nos habló de dos de ellos: los incendios más grandes de la región. Uno en 2014, y el siguiente en 2017. Ambos incendios comenzaron en la zona que su comunidad protege.
Nos relata las medidas que toman en forma silenciosa y los puntos de contacto, siempre ásperos, con el Estado. Por ejemplo, han realizado ellos mismos un mapeo de las zonas de riesgo construyendo mapas útiles a la hora de hacerles frente. Han identificado plantas como la lluvia de oro, también llamada alfalfilla, que al secarse en verano se vuelve un peligroso combustible. Con sus limitados recursos -por estar fuera de la red financiera- han logrado con dificultad adquirir desbrozadoras para arrancar la lluvia de oro antes del verano.

Una hipótesis, que barajaba la organización estatal ONEMI, como razón de la catástrofe del 2014, era la electrocución de una bandada de pájaros en una red de alta tensión. Esto provoca chispas y la rápida propagación por el túnel de viento ya no húmedo del corredor. La hipótesis de los pájaros puede parecer aventurada.
Wayra nos explica que este corredor no solo es un feedback hídrico. Es una arteria de circulación de diversas especies de pájaros que cumplen un rol en el sistema: las aves trasladan las semillas por todo el corredor y anidan formando control de plagas. 
Del circuito participan la garza cuca, picaflores gigantes, las tencas, el cachudito, las lechuzas y los tucuqueres. Desde hace tiempo han observado con atención como las golondrinas se volvieron estacionarias del sector de la quebrada.
Hoy, el corredor está atravesado en innumerables puntos por redes de alta tensión en colisión con la ruta de los pájaros. La electrocución de las bandadas se ha vuelto habitual.

La plataforma de cemento

Nuestra guía nos muestra innumerables especies de plantas y nos habla de la tierra. Nos cuenta que la lluvia de oro y la quila forman, bajo la superficie, camas de agua que toman y guardan de la vaguada; humectando así el suelo que deviene en arcilla. Esa humectación es central para el bosque esclerófilo, ya que tiene que resistir la sequía veraniega, y por supuesto, debe ser una superficie continua.
Cada ciertos tramos aparecen grandes reservorios de agua, siendo el primero de ellos el humedal Piuke Ko, que cuidan como un lugar sagrado.
Justo encima del humedal Piuke Ko, en una cota más alta, a trescientos metros de la laguna y casi como un mal chiste, el TPS (el puerto de Valparaíso) construyó una enorme plataforma de cemento de medio kilómetro cuadrado. Es un puerto seco llamado ZEAL, un sitio para apilar containers. En el eje de la concavidad del corredor se construyó una supercarretera que conecta el TPS y el ZEAL. Además de bloquear con cemento el suelo del ecosistema hidrófilo del corredor biológico, rompiendo las relaciones entre los reservorios de aguas, el ZEAL chorrea aceites cuando vienen las lluvias contaminando completamente el humedal.
Las comunidades tuvieron que investigar el curso de las aguas de lluvia alteradas por el ZEAL y buscar formas de diseñar y financiar un biofiltro. Finalmente construyeron un sistema de tres cámaras: las dos primeras con gaviones de bolones en el caudal. La tercera es un fito-filtro, que saca los metales o aceites al modo de los humedales.
Quienes habitan esta porción del corredor biológico se preocupan  tanto de la sequía veraniega, con la amenaza del próximo inevitable incendio por venir, como de la lluvia, atentos al riesgo contaminante de los aceites y el colapso de las cámaras del biofiltro.
Una tercera amenaza, que por el momento han logrado detener, ha sido la instalación de una nueva plataforma para una terminal agrícola que pretendía usar el humedal como ducto de evacuación de desechos.

 

 

LA CORRIENTE DE HUMBOLDT

¿Cómo obtienen la fuerza para sostener esta lucha contra la monstruosa y obscena máquina urbana? Wayra, desde lo alto del acantilado al costado de la quebrada de la serpiente, nos muestra el mar. Nos cuenta que en la noche de luna creciente aparece muy alta sobre el mar una enorme nube de apariencia longitudinal. Nos dice que es la corriente de Humboldt que va de Sur a Norte, y es una cinta circular como una rueda que surge de aguas profundas y frías y que frente a esta costa se eleva por el cielo mostrando la inercia de la rotación de la tierra por efecto centrífugo. Nos dice que es una corriente cargada de bancos de peces y que en la superficie del mar, bajo la nube, se llena de miles de pájaros del corredor biológico y muchos otros lugares que se van a dar un festín en las noches azules. 

Cuando la luna termina de menguar, presienten la llegada de la corriente porque la temperatura comienza a descender, llegando a su máximo descenso durante su paso. Son las temperaturas del fondo marino que levita una vez cada mes. Durante la noche fría de luna creciente, la comunidad sale a los acantilados a saludar a la corriente de Humboldt.
Wayra y los otros conocen un tamaño y un sistema de engranajes de escala planetaria y a la vez microscópico integrado y tejido fina y delicadamente distinto al de nuestro insignificante y burdo corredor electromagnético.