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Cruzando el Umbral del Autoritarismo pt.1: Democracias Autoritarias

Si observamos la historia como una topología —una forma con superficies, redes y nodos por los cuales nos desplazamos—, podríamos decir que estamos en el umbral entre dos extensiones. Nos encontramos en un callejón angosto, un pasaje estrecho que separa lo que dejamos atrás de aquello hacia lo que nos dirigimos, sin saber cuándo ni cómo terminará este tránsito. Esta transición, lejos de ser un interludio abierto, se ha vuelto un embudo asfixiante donde los eventos se comprimen sin ofrecer aún la promesa de una nueva apertura (un nuevo status quo).

El presente es entre la guerra de Putin y la purga de Trump
Este espesor de tiempo es un túnel liminar que parece tener la forma del ascenso de Trump, pero cuyo aspecto comenzó a manifestarse mucho antes, quizás en febrero de 2022, cuando Rusia y China pactaron una cooperación incondicional, seguida días después por la invasión rusa a Ucrania. Desde entonces, muchos conflictos inesperados se desencadenaron: la alianza del Sahel expulsó a Francia del norte de África; Hamás atacó a Israel perpetrando una masacre de mil judíos, mientras la respuesta israelí cometió un genocidio de al menos cuarenta mil palestinos asesinados en una Gaza en escombros, y la amenaza inminente de limpieza étnica. Mientras tanto, la democracia es golpeada por el autogolpe en Venezuela, los intentos fallidos de autogolpe en Brasil y Corea del Sur, y el ascenso de partidos neonazis en el corazón de la UE.

En preparación para el regreso de Trump, una resucitada Isis apoyada por Turquía —seguramente en alianza secreta con Israel— ha terminado con la dictadura de Al-Assad en Siria, fragmentando el país cuyo destino ahora es incierto. La operación ha golpeado también al ejército proxy de Irán, Hezbolá, y ha empujado discretamente a Rusia fuera de la ribera oriental del Mediterráneo. Al mismo tiempo, el panorama del medio oriente y Europa se llena de atentados terroristas a la sombra de agencias de inteligencia, escaramuzas de ciberguerra, el uso de IA en operaciones con drones y misiles, y el regreso del fantasma de la guerra nuclear. La guerra de desgaste, que creíamos superada, ha encontrado su resurgimiento en el terreno material e ideológico.

Ayer se hizo pública la imagen de poder más relevante en años: Marco Rubio y Serguéi Lavrov cara a cara, mediando el príncipe Faisal, mano derecha del saudí bin Salman. Mientras tanto, en el cono sur, la grotesca criptoestafa que involucra a Milei llena el escenario mediático, y en el corazón de África, el Congo cae en manos de la milicia proxy M23, apoyada por Ruanda, que a su vez es respaldada por la UE, EEUU, Rusia, Arabia Saudí y China, todos ansiosos por asegurarse el niobio y el tantalio, materiales clave en la infraestructura de la IA. Rubio, Lavrov y Faisal, con China tras bambalinas, pactan el restablecimiento de relaciones entre EEUU y Rusia, la caída de Zelenski y —sobre todo— planifican empujar la desintegración de la Unión Europea.

De la crisis de las democracia liberales a la propagación de las democracias totalitarias
Este angosto pasaje nos arrastra hacia una extensión que aún no logramos alcanzar. Pero, ¿cómo detectar el momento en que hemos cruzado este umbral? En la esfera occidentalizada, hemos transitado de la crisis de la democracia hacia las ‘democracias totalitarias’. Nuevas formas de democracia que más parecen una transición hacia otros tipos de regímenes aún indescifrables germinados en el nacionalismo y el populismo digital, desde el ascenso de Orbán en Hungría —quien lleva cinco períodos desde 2010— hasta la nueva ultraderecha outsider que avanza con Trump, Milei, la AfD alemana, RN de Le Pen, Vox, el Movimiento Cinco Estrellas / Hermanos de Italia, Likud, el Bolsonarismo y Bukele, entre otros. Los bordes internos de la democracia han sido asaltados por quienes prometen su fin abriéndose camino con legítimos triunfos electorales.

La infraestructura de redes sociales —centrales en el ascenso de las nuevas democracias autoritarias— ha creado un ecosistema donde el conocimiento es irrelevante: la opinión pública ya no requiere argumentación, solo intensidad e histrionismo, un caldo de cultivo perfecto para la falsificación y la intriga. Como en la Noche de los Cristales Rotos de 1938 —cuando la paramilicia política de Hitler (SA) transformó la persecución racista en linchamiento y ajusticiamiento callejero—, podemos prever que este tipo de fenómenos tarde o temprano se manifestarán materialmente como violencia facciosa, represión, guerra civil, estado de sitio y campos de concentración para expulsados, marcando el fin de la democracia como práctica social (ya lo anticipó Houellebecq en su novela de ciencia ficción Sumisión).

En la UE, crónicos atentados terroristas de grupos islamistas radicales aceitan la maquinaria política antimigrante y alejan definitivamente una integración real de nuevas poblaciones que están en un éxodo por todo el planeta, transformándose en los chivos expiatorios del autoritarismo. La Europa guetificada se divide entre separatistas blancos y separatistas musulmanes que en cualquier momento se enfrentarán encarnizadamente, mientras en EEUU, la caza de migrantes “hispanos” ha dado nueva legitimidad a grupos supremacistas blancos que han roto el “cerco sanitario” de una cultura democrática en disolución.

Este angosto corredor nos empuja a un futuro inevitablemente marcado por una nueva Guerra Fría, el inicio de violencia racista y política callejera, la expansión de regímenes totalitarios y la progresiva sustitución de las democracias liberales por democracias autoritarias y veremos que mas… Sabemos lo que hemos dejado atrás: viviremos el fin de la UE, el fin de la democracia liberal con sus tensiones canalizadas entre socialismo y neoliberalismo, y el fin de la universalidad de los derechos humanos, que pasarán de ser un consenso a convertirse en el estandarte de una facción. Mientras tanto, el eje de poder mundial se desplaza inexorablemente hacia la Nación del Centro (Zhongguo), que ya ha llevado a cabo su propia reconfiguración y en torno a la cual gravita un mundo de cinco mil millones de personas que Occidente se niega a mirar. Desde la masacre de Tiananmen, la centralidad del comercio mundial de la Ruta de la Seda, hasta la instauración del sistema de Crédito Social (infraestructura IA completamente operacional), China ya ha modelado un presente totalitario (capitalismo 4.0) que quizá sea la extensión hacia la que se abrirá el umbral por el cual transitamos en África, Europa y las tres Américas.


Boletín semanal, los miércoles a las 9:00 pm

2 comentarios en “Cruzando el Umbral del Autoritarismo pt.1: Democracias Autoritarias”

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